Terapias alternativas
Dra. N. Manceñido
Las terapias alternativas y/o complementarias (o medicina alternativa y/o complementaria) son aquellos tratamientos y prácticas que se desarrollan fuera de la medicina occidental tradicional o convencional, para ser aplicados a ciertas enfermedades o al bienestar general. Estas terapias, por lo general, no se basan en datos científicos, no han demostrado de forma contundente sus efectos beneficiosos y no han pasado por el necesario y exigente proceso de evaluación de eficacia y seguridad al que se somete a la medicina convencional. A pesar de que los términos “alternativa” y “complementaria” se emplean de forma indistinta, lo cierto es que se refieren a conceptos diferentes:
- Las terapias complementarias son aquellas terapias no convencionales que se emplean junto con la medicina convencional.
- Las terapias alternativas son aquellas terapias no convencionales que se emplean en lugar de la medicina tradicional.
Dentro de las terapias alternativas y/o complementarias se consideran la fitoterapia o tratamientos con preparados herbales y botánicos, la homeopatía, la acupuntura y moxibustión, la medicina tradicional china, yoga, Tai-Chi, hipnoterapia, “medicina natural”, distintos tipos y forma de masajes, etc.
En España, según varios estudios realizados, más del 20 % de los pacientes (niños, adolescentes y adultos) con enfermedad inflamatoria intestinal habían empleado terapias alternativas y/o complementarias, sobre todo aquellos con colitis ulcerosa, siendo las más usadas la fitoterapia, la homeopatía y la acupuntura. En los niños y adolescentes, generalmente son los padres o cuidadores los que deciden emplear este tipo de terapias.
Los motivos por los que los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal usan las terapias alternativas y/o complementarias, a pesar de que no han demostrado su utilidad y de que pueden ser perjudiciales, son el miedo a los efectos secundarios o la falta de respuesta a los tratamientos convencionales, y todo esto a pesar de que la información que les llega sobre este tipo de terapias generalmente no es suficiente ni fiable. En este uso influye también la gravedad de la enfermedad inflamatoria intestinal: cuanto más grave es ésta, más probable es que el paciente busque otras terapias alternativas y abandone el tratamiento convencional, lo que suele dar como consecuencia un mayor empeoramiento de su enfermedad inflamatoria intestinal.
Riesgos directos: derivados directamente de la aplicación o uso de este tipo de terapias no convencionales. Caben destacar sobre todo los derivados de las terapias con hierbas medicinales, puesto que se sabe que algunas de estas hierbas podrían producir interacciones con medicamentos convencionales que pueden ser peligrosas. Además, algunos preparados de hierbas pueden producir daño en el hígado o en los riñones que a veces ocasionan un riesgo vital para el paciente. Este tipo de riesgos se han visto sobre todo con aquellas terapias basadas en “mezclas de hierbas” de composición o de origen no claramente conocidos, ya que pueden contener productos tóxicos. Los pacientes más graves son los que más riesgo tienen, puesto que usan más fármacos de forma simultánea y con mayores riesgos de efectos secundarios. Esto hace que, al combinar estos fármacos con terapias herbales, el riesgo de interacciones y de toxicidad sea mayor.
Riesgos indirectos: el retrasar el inicio de un tratamiento de medicina convencional que tiene unos resultados y una eficacia conocidos y demostrados mientras se espera a que algún tipo de terapia alternativa y/o complementaria tenga resultados supone el mayor riesgo para el paciente, ya que condiciona unos riesgos y posibles complicaciones innecesarios. Es importante un marco legislativo que asegure una máxima calidad y seguridad de este tipo de terapias no convencionales.
El ejercicio de la medicina se basa en la aplicación clínica y racional de la mejor evidencia científica disponible y así poder proporcionar la atención más adecuada a los pacientes, teniendo en cuenta sus preferencias y características individuales; esto se denomina medicina basada en la evidencia. De esta forma, los médicos podemos diagnosticar las enfermedades y tomar las mejores decisiones clínicas posibles, así como seleccionar los mejores tratamientos y formas de prevención de enfermedades. Así, se puede evitar que los pacientes se expongan a procedimientos de diagnóstico o tratamientos que no estén suficientemente probados o que puedan ser incluso dañinos o, por el contrario, que no los reciban cuando han demostrado ser útiles y eficaces. Para ello, uno de los pasos es el seleccionar los estudios más rigurosos y de más calidad científica para determinar qué acciones conllevan mayor beneficio con el mínimo riesgo. Todos conocemos prácticas y tratamientos aceptados por la sociedad, poniendo como excusa motivos variopintos y no fundados: porque los practica mucha gente, porque se llevan empleando desde hace generaciones, “si le ha ido bien a otro, a mí también me puede funcionar” o porque existe la creencia de que “son útiles pero las grandes compañías farmacéuticas no quieren que se conozcan para evitar competencia”. Sin embargo, la evidencia científica sobre muchas de estas terapias alternativas y/o complementarias es escasa o no existe. De hecho, aunque algunas terapias pudieran tener cierto efecto beneficioso, es necesario realizar estudios con rigor científico que demuestren su eficacia, las dosis necesarias y su seguridad. Por esto, es preferible no exponerse al riesgo de usarlas mientras no se demuestre de una manera científica y validada su utilidad y que tienen un equilibrio adecuado entre el beneficio y el riesgo de emplear una terapia en concreto.
Es importante que confíe en su médico y que le cuente si tiene pensado recibir o está recibiendo algún tipo de terapia alternativa y/o complementaria, puesto que su médico le puede informar sobre sus beneficios, sus limitaciones y sus riesgos. Ocultarle a su médico que está usando estas terapias no convencionales tiene importantes riesgos , y puede interferir en la confianza que debe existir en la relación médico-paciente. Es importante que los pacientes estén bien informados acerca de las distintas posibilidades de tratamiento y que esta información proceda de fuentes que sean de fiar, para que puedan ajustar sus expectativas a la situación real de su enfermedad y sin tener falsas esperanzas de curación, sobre todo en enfermedades como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn en las que es difícil saber con antelación la evolución de las mismas. Además, es esencial que puedan tener la confianza con su médico para poder comentar las dudas que tengan acerca de su enfermedad y de cualquier forma de terapia o tratamiento.
Es importante recordar que, a día de hoy, las terapias alternativas y/o complementarias no pueden reemplazar ni sustituir a la medicina tradicional en el tratamiento de enfermedades graves como la enfermedad inflamatoria intestinal. Además, muchas terapias alternativas y/o complementarias carecen de evidencia científica y tienen riesgos importantes. Por tanto, como paciente, debe utilizar todos los recursos que existen en nuestro entorno, cada vez más numerosos y mejores, para conseguir un buen control de su enfermedad e intentar mejorar su calidad de vida. Para ello, es de gran utilidad:
- Seguir los consejos del médico, quien informará a sus pacientes en un lenguaje claro y adaptado.
- Buscar información de calidad, contrastada y fiable