Anemia y Ferropenia
- ¿Qué es la anemia?
- ¿Es frecuente la presencia de anemia en los pacientes con EII?
- ¿Por qué causas se desarrolla anemia en la EII?
- ¿Que síntomas produce la anemia?
- ¿Cuál es el tratamiento de la anemia?
- ¿Qué es y como se diagnostica una ferropenia?
- ¿En que situaciones se debe tratar la ferropenia sin anemia?
¿Qué es la anemia?
La anemia consiste en el descenso de la concentración de hemoglobina en sangre. La hemoglobina es una proteína incluida en los hematíes o glóbulos rojos de la sangre, que se encarga de transportar el oxígeno desde los pulmones a los tejidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define clásicamente la anemia como cifras de hemoglobina inferiores a 13 g/dL en varones y a 12 g/dL en mujeres.
¿Es frecuente la presencia de anemia en los pacientes con EII?
La anemia es muy habitual en los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII), ya que puede producirse un aumento en la pérdida de hemoglobina y pueden verse alterados uno o varios de los procesos que intervienen en su síntesis.
Aunque los estudios muestran datos variables, la frecuencia de la anemia en la EII ronda en torno al 50% según el tipo de paciente. Así, es más frecuente en la enfermedad de Crohn, sobre todo si está activa. En pacientes con enfermedad de Crohn activa, la presencia de ferropenia o défcit de hierro sin anemia, aún puede ser más frecuente; siendo necesaria la realización de controles analítcos periódicos para detectarla y tratarla precozmente.
¿Por qué causas se desarrolla anemia en la EII?
La alteración que conduce a la génesis de la anemia permite clasificarla en sus diversos tipos.
En la EII la causa más importante de anemia es el déficit de hierro, es decir la “anemia ferropénica”. Este tipo de anemia es consecuencia del sangrado por lesiones intestinales activas (se pierde sangre y por tanto la hemoglobina y el hierro que contiene) y, en muchas menos ocasiones, también puede deberse a una absorción inadecuada del hierro de la dieta.
La segunda causa en frecuencia de anemia en la EII, es la denominada “anemia de proceso crónico”. De forma simplificada, cualquier alteración inflamatoria crónica, como es la EII, conlleva una menor producción de hemoglobina, debido a la acción de diversas moléculas generadas por dicho proceso inflamatorio sobre la médula ósea (donde se producen los hematíes, con la hemoglobina en su interior). Con mucha frecuencia se mezclan anemia de proceso crónico y ferropenia, de forma que en esos casos se deben tratar ambas alteraciones.
En tercer lugar, en los pacientes con EII existen “otras causas menos frecuentes de anemia”, pero que no debemos olvidar, como son el déficit de vitamina B12 o de ácido fólico o la acción de algunos medicamentos concretos (tiopurinas, salicilatos).
¿Que síntomas produce la anemia?
Los síntomas que produce la anemia son entre otros, fatiga (muy habitual en la EII y no siempre debida a la anemia), irritabilidad, menor rendimiento laboral o escolar, caída del pelo, uñas frágiles, palidez y otros. Estos síntomas pueden ser producidos con la simple existencia de déficit de hierro sin anemia, que ha demostrado su potencial impacto negativo en la calidad de vida de las personas que la padecen. Además, la existencia de anemia o ferropenia suele ser consecuencia de la actividad de la EII, aunque en algunos casos los síntomas digestivos habituales puedan no ser demasiado aparentes.
¿Cómo se puede diagnosticar la anemia?
El diagnóstico de anemia se realiza mediante una determinación analítica completamente rutinaria, el hemograma, que siempre incluye la cifra de hemoglobina en sangre.
Sin embargo, determinar la causa de la anemia es algo más complejo y se requiere al menos de la medición en sangre de niveles de hierro, ferritina, saturación de transferrina, vitamina B12, ácido fólico y proteína C reactiva.
Por lo frecuente e importante de la anemia en la EII, en todos los pacientes con EII se debe controlar el hemograma de forma periódica rutinaria, con más o menos frecuencia según cada caso individual.
¿Cuál es el tratamiento de la anemia?
El tratamiento de la anemia dependerá de la causa que la produce.
La anemia ferropénica requiere terapia con suplementos de hierro, oral o endovenoso según cada caso. Una dieta rica en hierro, de forma aislada, no es eficaz en estos casos, aunque pueda ser recomendable. En otros pacientes será necesario suplementar con vitamina B12 o ácido fólico, o incluso realizar cambios en algunos tratamientos de la EII si parecen implicados en la anemia.
En todos los pacientes deberá evaluarse la existencia de actividad de su EII. Si se encuentra activa, se llevarán a cabo los ajustes necesarios en su tratamiento para controlarla, que será también clave para revertir la anemia.
Es muy importante destacar que la presencia de anemia, por muy leve que sea (incluso la ferropenia sin anemia), no debe ser considerada como “normal” en los pacientes con EII y prácticamente siempre necesitará tratamiento específico.
¿Qué es y como se diagnostica una ferropenia?
Su definición teórica es relativamente sencilla, aunque en la práctica hay situaciones no tan claras.
En general se acepta que hay ferropenia cuando las cifras de ferritina (estimación de los depósitos de hierro que tiene el organismo) están disminuidas. No obstante, la ferritina se eleva en presencia de inflamación, independientemente de los depósitos de hierro, por lo que el valor que consideramos como normal también varía. Así, en presencia de inflamación (definida por una PCR elevada, afectación endoscópica activa o síntomas clínicos claros de actividad de la EII) aceptamos que hay ferropenia si la ferritina es inferior a 100. Por el contrario, en ausencia de inflamación, aceptamos que hay ferropenia si la ferritina es inferior a 30.
Más recientemente se está dando especial valor a la saturación de la transferrina, de forma que cuando ésta está disminuida (inferior al 20%) puede existir ferropenia, haya o no inflamación y sea o no normal la ferritina.
¿En que situaciones se debe tratar la ferropenia sin anemia?
El hierro oral en ocasiones produce molestias diversas y se tolera mal. Por otra parte, como hemos comentado, está demostrado que la ferropenia sin anemia también puede afectar negativamente a la calidad de vida de quien la padece (por ejemplo, es una de las causas posibles y tratables de fatiga). Por ello, y aunque puede haber opiniones diversas al respecto, en el paciente con síntomas potenciales atribuibles a la ferropenia, ésta debe ser tratada, aunque no exista anemia. Si no hay síntomas aparentes, aunque la recomendación es más controvertida, también se sugiere tratarla siempre que el paciente tolere adecuadamente el hierro oral.
Dra. Maite Arroyo, Dr. Santiago García, Dr. Fernando Gomollón
Dr. Santiago García. Hospital Universitario Miguel Servet